domingo, 26 de mayo de 2013

E-books vs libros

Hasta ahora, no tenía ninguna intención de ponerme a divagar sobre este tema porque creo, sinceramente, que cada uno es muy libre de elegir lo que más le guste. Pero, hace unos días, tuve una conversación con mi hermana sobre esto. Discutimos durante un buen rato (entendiendo por discutir intercambiar opiniones, no mamporros) y me di cuenta de que estaba tratando de llevarla a mi terreno. Entonces pensé que no me resultaba tan indiferente el asunto como yo creía.
   Ella estaba encantada con los e-books, porque le habían facilitado la vida cuando daba el pecho a la pequeña Inés. Estos libros eran mucho más ligeros y fáciles de manejar que un libro tradicional y podía pasar las páginas con un simple toque en la pantalla, sin apenas mover un músculo y, así, no molestar a la pequeña tragoncilla que protestaba cada vez que su mamá se movía un poco. Desde entonces, se ha acostumbrado a ellos y apenas lee libros en papel. Su elección está clara: es más práctico y más cómodo. Yo, sin embargo, soy incapaz de acostumbrarme a ellos. 
   En todo este tiempo, he hecho muchos intentos para leer un libro electrónico, os lo aseguro, pero esa pantallita color gris me supera. Reconozco todas sus virtudes. Sé que es mucho más práctico y más útil, y más manejable, y más TODO. Sé, que con el paso del tiempo, terminará imponiéndose, como ha ya ha pasado antes con otros formatos del libro, pero ¡Ojalá no lo vean mis ojos!
   Yo necesito sentir el libro entre las manos, tocar el papel, pasar las hojas sujetando la siguiente con un dedo, mientras termino el último párrafo de la página. Me gusta sentir la cubierta, aunque sea una de estas de "chichaynabo" de las ediciones de bolsillo, me da lo mismo. Me gusta ver los distintos tipos de letra destacar sobre el fondo blanco. Me chiflan los marcapáginas.  Me gusta poder usar mi exlibris. En fin, como veis, todo "muy poco racional".
   Pero lo que de verdad más me gusta de un libro en papel, es el olor. Sé que puede parecer estúpido, pero me encanta oler los libros. No sé si será por la tinta, por el papel, no lo sé, pero es uno de los primeros placeres que siento al abrirlo. ¿Os habéis fijado, alguna vez, como huele al entrar en una librería, o en una papelería? ¡Me encanta! Es el olor fresco del papel nuevo, sin tocar, sin usar todavía. Huele a madera de lápices nuevos, al cuaderno del primer día de curso. Un olor completamente distinto al que hay, por ejemplo, en una biblioteca (aunque aquí se mezcle un poco con el olor a "humanidad" de algún que otro lector, además de los ambientadores al aroma de limón salvaje del Caribe), o con el de una librería de viejo, donde los libros ya son libros vividos y cada uno tiene su propio aroma.
   Por eso me resulta un poco tonta toda esta discusión que algunos tienen por ahí, sobre el tema, porque todavía es una cuestión de preferencias. Cada uno elegirá lo que más le guste o lo que mejor le convenga. Con el paso del tiempo, si se imponen definitivamente los avances tecnológicos, igual que ha pasado ya en otros campos, no habrá "tu tía" y todos "gozaremos" del libro electrónico. Pero, de momento, todavía podemos elegir y, en mi caso, es una cuestión sentimental. Y contra eso, yo no puedo luchar.

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