lunes, 24 de junio de 2013

Estampas japonesas

Hay libros que son capaces de producir el efecto dominó. Actúan como una ficha cuando es golpeada y se lleva por delante todas las demás. Eso es lo que me ha pasado con el libro La devoción del sospechoso que, no hace mucho, comenté en este blog. Además de despertar mi interés por la literatura japonesa, despertó también mi interés por otros aspectos de Japón. Y todo empezó a ocurrir de forma encadenada.
   Al poco tiempo de terminar el libro, vi la noticia de la celebración del Año Dual España-JapónLa primera pieza acababa de golpear a la segunda. ¿Qué conmemoraba ese Año Dual? Pues nada más y nada menos que un acontecimiento ocurrido hace 400 años. Según parece el señor feudal Date Masumane decidió enviar una embajada a España que solicitara permiso para establecer relaciones comerciales con Nueva España (México) y "ni corto ni perezoso" organizó la "excursión" conocida como  Embajada Keicho a Europa (1613-1614), encabezada por el samurai Hasekura y por el cura franciscano Luis Sotelo, convirtiéndose en la primera delegación diplomática con carácter oficial. Con motivo de esta conmemoración, se exponían en el Prado, dos biombos japoneses, traídos desde el Museo Nacional de Tokyo, y que estarían acompañados por una exposición de estampas japonesas, propiedad del Prado. Evidentemente, tenía que ir a verlo. Y de esta forma, se había movido ya la tercera pieza.
   Me había llamado mucho la atención el hecho de que el Prado tuviera una colección propia de pintura japonesa, no me encajaba demasiado con el resto de pinturas que guardaba, así que no había mejor excusa para presentarme allí. Y no me ha defraudado en absoluto. 
   En medio de las salas dedicadas a Sorolla y a Rosales, surge un pequeño espacio completamente diferente a todo lo que le rodea, con obras de pequeño tamaño, no muy numerosas, que están ahí casi con timidez, pero llenas de fuerza. Es la expresión del arte popular del período Edo (siglos XVII al XIX)  conocido como Ukiyo-e, una mezcla muy curiosa entre un mundo etéreo e ilusorio, y la vida cotidiana de la población urbana. Así, se van mostrando elegantes retratos de damas japonesas junto a otros llenos de fuerza en los que aparecen retratados los más famosos actores del teatro kabuki. También se mezclan paisajes que nos muestran el festival de los cerezos en flor (Asukayama hanami) con escenas teatrales de lucha (Utawa Kunisada) y todo con la mayor armonía. Una armonía que tiene mucho que ver con las líneas definidas y elegantes de su dibujo y la elegancia de sus colores, simples pero vivos.

      Lo que me pareció más increíble de todo fue la técnica utilizada: un grabado hecho mediante tacos de madera, primero utilizando un solo taco estampado en tinta negra (sumizuri) hasta evolucionar a las impresas en color (benizuri) y al uso de varios tacos. ¿La madera puede ser tan suave?
   Para acabar la visita, como queriendo despedirse a lo grande, me encontré con un grabado lleno de color, un colorido tan fuerte que rompía con toda la delicadeza de colores del resto de la exposición (No he podido conseguir una imagen de este tablero. Así os dejo con la intriga para que os animeis a ver la exposición). Representaba el tablero de un juego de mesa, con multitud de figuras, vestidas con sus majestuosas ropas, y en diferentes posturas, como jugando ellas mismas el juego, y de un color rojo tan brillante que se quedó en mi retina hasta que salí del museo.
   Es curioso como una novela negra de intrigas, asesinatos y detectives se enlaza con cerezos en flor, teatro kabuki y estampas de enamorados. ¡Cómo es el azar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...