Lo primero que hice al terminar de leer este libro fue buscar la palabra noctalia en el diccionario de la RAE. Nunca la había oído antes y tuve la impresión de que era inventada, como el pueblo rumano de los Cárpatos en el que transcurre esta historia. Pero me equivoqué. Es cierto que noctalia no aparece en el diccionario, igual que tampoco aparece Nic-Napoca en los mapas, sin embargo, son totalmente reales gracias a esta historia. Y es que todo en esta novela resulta natural y cercano, incluso algunas sorpresas con las que nos encontramos y que, tras el primer susto, se convierten en algo totalmente lógico y nos habituamos a ellas como si tal cosa. ¿Qué sorpresas? Ah, para eso debéis leer el libro y me entenderéis.
Gracia regresa a su pueblo de la infancia, con su familia, después de vivir varios años en Londres y de tener allí una brillante carrera como cirujana. Lo que ocurre en el pueblo, a los pocos días de su llegada (primera sorpresa), pone todo patas arriba, pero sobre todo su vida. A partir de aquí, nos meteremos de lleno en el día a día de un pequeño pueblo que "ni si quiera aparece en los mapas", con la fábrica de cerveza del abuelo de Gracia, un hombre muy influyente en la comunidad, honesto, culto e inteligente; el café de Teresa, una emigrante mejicana que decide lo que deben tomar sus clientes porque para eso sirve el mejor café del mundo; la plaza de la Biserica, en dónde tienen lugar los mercadillos y las reuniones importantes, etc.
Gracias a unas descripciones muy gráficas de lugares y personas, mediante un lenguaje sencillo pero lleno de fuerza, la autora ha conseguido que me meta en la historia desde el principio. Tengo en mi cabeza, perfectamente claras, las imágenes de las calles de Nic-Napoca, de las cumbres nevadas de los Cárpatos, de la casa en la que vive la protagonista. Veo al abuelo sentado en su butacón, leyendo a Homero, y a la abuela metida en la cocina preparando la comida de Navidad; veo la casa abandonada y destartalada de la tía Iliana y lo que escondía en su jardín.
Gracias a unas descripciones muy gráficas de lugares y personas, mediante un lenguaje sencillo pero lleno de fuerza, la autora ha conseguido que me meta en la historia desde el principio. Tengo en mi cabeza, perfectamente claras, las imágenes de las calles de Nic-Napoca, de las cumbres nevadas de los Cárpatos, de la casa en la que vive la protagonista. Veo al abuelo sentado en su butacón, leyendo a Homero, y a la abuela metida en la cocina preparando la comida de Navidad; veo la casa abandonada y destartalada de la tía Iliana y lo que escondía en su jardín.
He cogido cariño a personajes como Cesare, casi tan burro como su mula, pero lleno de nobleza; al pequeño Nicolai, que impacta en nuestra protagonista tanto como el capitán Denninson ("Cuentan que Lucifer era el ángel más hermoso de Dios"), aunque en otro sentido, claro está; al genial locutor de la radio local que nos pone al día de los últimos cotilleos, al principio de cada capítulo (uno de los grandes aciertos de la novela). Todo está contado de una forma cercana y natural, a veces con toques de humor y de ironía que nos sacan una sonrisa; otras, de forma emotiva y cálida.
Para mí ha sido muy agradable leer este libro porque me ha hecho disfrutar, porque me ha parecido una historia entrañable y porque, como los buenos vinos, me ha dejado un buen sabor de boca.
Estoy segura de que sabéis de quién y de qué os hablo. Si no es así, pasaros por el blog de Mónica Serendipia en donde tendréis la posibilidad de conocer mejor a Mónica Gutiérrez y a su novela Cuéntame una noctalia.
Reto Serendipia recomienda 2014.
Estoy segura de que sabéis de quién y de qué os hablo. Si no es así, pasaros por el blog de Mónica Serendipia en donde tendréis la posibilidad de conocer mejor a Mónica Gutiérrez y a su novela Cuéntame una noctalia.
Reto Serendipia recomienda 2014.