domingo, 10 de enero de 2016

El reencuentro

Todo pasa y todo llega, que decía Machado. Han pasado los días de desorden, improvisaciones, zascandileos, etc., y han llegado los de la rutina, los horarios, las obligaciones. En todo este tiempo sin pasarme por el blog me he sentido un poco huérfana, algo desubicada y muy rara. Pero la verdad es que no era capaz de escribir una sola línea. 
   El problema no era la falta de lecturas, porque he leído, yo siempre leo, aunque sea algo que es mejor olvidar. El problema era la falta de escritura; mis dedos eran incapaces de teclear algo medianamente digerible. Mi pantalla estaba totalmente en blanco, como mi cabeza, y se llenaba y se vaciaba de frases malísimas y manidas que pretendían contar lo que estaba leyendo en esos momentos. Creo que todo tiene su momento y mi incapacidad para escribir también. Ya pasaría la sequía y volvería a recoger el guante que me lanzaba la blogosfera. Pero el tiempo pasaba y la sequía permanecía. Ahora está lloviendo afuera, así que me he decidido a probar suerte.
   El problema para mí siempre es empezar. Esta vez también. Los libros que he leído se me acumulan en la cabeza sin orden ni concierto. Intento ponerlos en fila, pero se resisten. Sobre todo porque tampoco a ellos los leí en fila, sino salteados entre trenes, sofás y alguna que otra hora muerta.

   La chica de las fotos, de Mayte Estaban, se cambiaba el puesto con La ciudad de los ojos grises, de Félix G. Madroño, un día sí y otro también. La primera me divertía por su argumento de peli de sobremesa, bien hilado y sin pretensiones, entretenido y bien contado. La segunda se me iba de la mente en más de una ocasión y, aunque muy bien escrita y con una historia de enjundia, no sé por qué, no conseguía agarrarse a mí y terminaba por dejarla a ratos, hasta que la dejé definitivamente.
   También dejé Un millón de gotas, de Víctor del Árbol, no por su calidad sino por su dureza. Había demasiado dolor, demasiado mal y sufrimiento. Y sin embargo, volvía a ella de vez en cuando, en los momentos en que la curiosidad me vencía y necesitaba saber. Hasta que ciertas escenas me golpearon por dentro de tal manera que fui incapaz de sacar partido de lo que leía y se quedó, definitivamente, en el sueño de los justos.
   
Así que me lancé de cabeza a lo que parecía lo que en realidad fue: una novela sencilla, entretenida, con cierto misterio en su argumento y ambientada en la Inglaterra victoriana. Secretos del corazón, de Camila Winter me trajo cierta paz de espíritu mientras se resolvía el misterio de una novia desaparecida antes de la boda y de otra que estaba a punto de cometer el mayor error de su vida si se casaba con quien no amaba. Sencillita, pero entretenida, me sirvió para volver a retomar el ritmo, con tranquilidad y sin tener que hacer esfuerzos.
   Y llegó Puerto Escondido, de María Oruña. Con un asesino en serie, con horrores del pasado y crímenes en el presente. Con historias en dos tiempos y personajes interesantes y bien armados. De la que disfruté bastante y con la que endulcé el sabor amargo de mis escarceos anteriores. Una de las que acabé porque me apetecía y que no alterné con ninguna otra porque se merecía toda mi atención. Cuando, de repente, llegó el final, y mi espíritu volvió a estar perdido y yendo de la Ceca a la Meca sin conseguir parar en el camino.

   Me crucé con Atados por error, de Ruth Lerga, de la que mejor no hablar. Con La femme au miroir, de Eric-Emmanuel Schmitt, de la que no puedo decir nada coherente porque no he conseguido entender la mitad de lo que decía (esto me pasa por pensar que sé lo que no sé de francés) y con los deberes de clase, que empecé con emoción y que me fueron deprimiendo a medida que sumaba las veces que tenía que acudir al diccionario para seguir el hilo: La vie des elfes, de Muriel Barberi, esa que me había despertado las ganas de escuchar de nuevo a Enya, esa que le prof me había presentado tan bien envuelta que no pude resistir, esa que me hablaba de mundos mágicos y niñas más mágicas aún, y que se presentaba hecha todo un reto. 
   
No era tanto el vocabulario desconocido (el diccionario incorporado de la tableta hace maravillas), ni la gramática misteriosa de una manera de escribir absolutamente poética. Eran los dobles sentidos de las palabras, el mensaje filosófico escondido en cada descripción, lo que se sobreentendía detrás de una frase que, aparentemente sencilla, no tenía sentido en ese contexto, salvo por lo que ocultaba.
   Y aquí estoy, descifrando el jeroglífico que Barbery me ha puesto delante de los ojos, que empezó siendo uno de los deberes de clase y se ha convertido en un "a ver quien puede más" personal. Y encantada de volver de la sequía.

32 comentarios:

  1. Encanta de que hayas vuelto ;))
    Como decía Machado, todo pasa y todo llega...Abrazo cargado de cariño y un par de besos fuertes.

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    1. Gracias, corazón. Con gente como tú da gusto volver. Besos y abrazos fuertes también para ti.

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  3. Machado lo que escribió fue : Todo pasa y todo queda. Eso es lo que espero que hagas, quedarte y regalarnos tus opiniones sobre las lecturas que descubres.
    La desubicación y la pereza son fieles compañeras de estas fechas pasadas y ahora, como bien dices, entramos en barrena con los horarios prefijados y las obligaciones inaplazables.
    Con ello y con todo, es una alegría que así sea y poder de nuevo leerte.
    Me quedo con ese -Puerto escondido- y me pensaré la lectura de -Las ciudad de los ojos grises.
    Los escritos en francés los evito por no saber la lengua de Dumas. "Désolé"
    Besos Marisa.

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    1. Llevas muchísima razón; he metido la pata hasta el fondo con don Antonio, pero creo que he transmitido la idea. Pido mil perdones. Gracias por tu visita y tu corrección. Abrazos.

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  4. De lo que no cabe duda es de que variedad lectora has tenido ;)
    Besos.

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  5. A mí el de Félix me gustó mucho. Entiendo que no pudieras con las gotas, yo ni siquiera lo he intentado. Con los elfos me pasó como a ti. A la mitad se pierde y no sigue la historia, empieza a dar vueltas a lo anterior y pierde la magia. El puerto lo tengo apuntado.
    Abrazo y Feliz regreso lector.

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    1. Gracias Norah. Yo también estoy contenta de volver. Espero no volver a marcharme. Sigo luchando con los elfos, a ver si les pillo el "intríngulis" ;D. Abrazos.

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  6. Pero es que lees muchísimo, chica. Y muy variado. Y en varios idiomas! Así no me extraña que las neuronas te digan "Marisa, guapa, un respiro, encima no nos hagas escribir" :D
    Tómatelo con calma, pero nunca abandones, ¿eh?

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    1. Jajaja, gracias Ángeles por el consuelo. No, no abandonaré; trataré de organizarme mejor ;D. Abrazos.

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  7. No me creo que no se te ocurriera nada para escribir. Lo importante es que hoy nos estás contando cosas interesantes. Besotes.

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    1. Gracias, Lady. Al menos lo intento, aunque no siempre puedo. Abrazos.

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  8. Me alegra tenerte de vuelta por aquí aunque yo ando un poco desconectada. De lo que has leído La ciudad de los ojos grises a mí me encantó, aunque cada lector es diferente
    Besos

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    1. Muchos sois los que coincidís en La ciudad de los ojos grises. Quizás me equivoqué. Gracias Tatty por pasarte por aquí. Abrazos.

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  9. Va por temporadas las lecturas. A veces nos cuesta o no es el momento de esos libros. Pero siempre aparece uno que nos resssata y nos quita el mal sabor
    Besos

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  10. Bien venida a la rutina, Marisa. Para mi, La ciudad de los ojos grises es un novelón. Me encantó cuando la leí en su momento. La que mencionas de Mayte Esteban la tengo pendiente de lectura, al igual que Un millón de gotas: Víctor del Árbol es uno de mis autores pendientes. Lo que te ha ocurrido con las novelas que mencionas, a mi también me pasó alguna vez, aunque en ocasiones le doy una nueva oportunidad y mi visión sobre la novela cambia. A veces no elegimos el momento adecuado para leerla, sobre todo cuando se trata de novelas crudas, como Un millón de gotas. Besos.

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    1. Es posible que equivocara el momento. Seguiré tu consejo y les daré otra oportunidad. Abrazos.

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  11. Pues has leído unos cuantos que me gustan o me atraen. Bienvenida y al bloqueo, dile adiós. Besos.

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    1. Adios, good by, aurvoir, sayonnara, pero no te creas que se da por aludido. ;D. Abrazos.

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  12. Pues sí que te ha cundido la Navidad en lecturas. A mí me regalaron "La luz que no puedes ver" y puedo dejarla dos días sin tocar y no pasa nada. Aunque esté bien escrita no me atrapa como otras. Un abrazo,

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    1. Uy! No todas son navideñas, ojalá. Y otras fueron abandonadas, así que... En fin, es lo que hay. Abrazos.

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  13. hay veces que cuesta hacer ciertas cosas.... Veo buenas lecturas que también han caido en mis manos.

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  14. La ciudad de los ojos grises la tengo pendiente, a ver si este año ya la leo. La lectura es lo que tiene, hay temporadas que estamos de que no ya sea para leer o para comentarlo. Pero ¿has visto que siempre volvemos?
    Besos

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    1. Ay, sí, volver siempre. Es que os echo de menos, ;D. Abrazos

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  15. No sabes lo identificada que me siento con tu entrada, de verdad: estoy pasando por lo mismo... A ver si mis neuronas se asientan de nuevo! 1beso!

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    1. Pues vamos a darnos ánimos la una a la otra, ¿te parece? Nos vemos en la próxima entrada, que estará llena de ideas ;D. Abrazos.

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  16. Si que has leído, aunque hayas dejado alguno (cosa que nos pasa a más de una), has tenido una temporada entretenida de la que me quedo con algunas ideas para futuras lecturas (y no lecturas, ya que tampoco soy de pasar mucho sufrimiento leyendo).
    Besos!! Feliz año!!

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    1. Bueno, no han sido pocas, aunque algunas un poco frustrantes. Pero en fin, aquí seguimos, en la brecha. Abrazos.

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  17. Pues encantada de que hayas vuelto.

    A mí me pasa como a ti, leer siempre leo. A veces será más y otras menos, pero siempre leo. Y si me apetece y tengo tiempo lo pongo en el blog, jeje. Rachas tenemos todos, así que ánimo, Marisa.

    Has leído varios libros y lo has intentado con otros. Pero ha habido libros en tu vida y eso siempre es bien.

    bsos!

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